Tomar abundante agua redundará en beneficios no solo para los labios, sino para toda la piel. Sabemos que beber poca agua se traduce en una piel seca y, obviamente, en labios resecos.
Cuidarlos aplicando un bálsamo labial por la mañana y por la noche –que humecta, hidrata, protege y forma una barrera que ayudará a mantenerlos suaves e hidratados- y reaplicarlo seguido mientras estemos al aire libre. Conviene elegir aquellos con componentes como manteca de cacao, vitamina E o aloe vera, de excelentes propiedades humectantes, y llevar siempre uno en el bolsillo, el bolso o la cartera, para tenerlo a mano cuando lo necesitemos.
Exfoliarlos una vez por semana con un producto específico también ayuda, porque permite eliminar impurezas y células muertas y regenerar esa piel, que es mucho más fina que la del resto del cuerpo y no tiene glándulas sudoríparas ni sebáceas. Por eso la piel de los labios se seca más rápido que la de la cara, porque no tiene lípidos protectores que mantengan su humedad. También, como en el caso de la piel del rostro, la exfoliación ayuda a que penetren mejor los productos que se aplican después.