Desmaquillarnos y limpiar del rostro las impurezas que acumula la piel a lo largo del día cada noche es fundamental. Si no lo hacemos, se pueden obstruir los poros, provocando así puntos negros, granitos y acné. El maquillaje también puede irritar la piel, especialmente si es sensible, secarla o empeorar algunos problemas como la rosácea. Por último, dejar el maquillaje impide que los tratamientos posteriores (por ejemplo, el sérum o la crema hidratante) actúen sobre la piel.