La llegada del otoño suele venir acompañada de una piel deshidratada y de la aparición de manchas u otras alteraciones en la pigmentación, todo como consecuencia de la exposición al sol durante el verano. Además, a eso se suma que, en general, usamos fotoprotección mientras estamos de vacaciones, pero cuando cambia la estación bajamos la guardia y ahí es cuando los problemas empeoran.