Beber suficiente agua: La hidratación comienza desde adentro. Asegúrate de beber suficiente agua todos los días para mantener tu cuerpo y tu piel hidratados. Se recomienda consumir al menos 1 litro de agua por día.
Utilizar productos hidratantes: Elige productos de cuidado de la piel que sean
específicamente hidratantes. Busca ingredientes como el ácido hialurónico, la glicerina, el aceite de jojoba o el aceite de coco, que ayudan a retener la humedad en la piel. Aplica una crema hidratante o una loción corporal después de la ducha, cuando la piel todavía está húmeda, para sellar la humedad.
Evitar duchas muy calientes: El agua caliente puede eliminar los aceites naturales de la piel y dejarla deshidratada. Opta por duchas tibias y limita su duración para ayudar a preservar la humedad natural de la piel.