Atención a estos tres datos:
1) Si bien los primeros signos de resequedad pueden no causar molestias excesivas, si se los ignora hay altas probabilidades de que la resequedad se agrave.
2) Los cambios hormonales influyen sobre la hidratación de la piel y los niveles de lípidos, especialmente después de la menopausia y durante el embarazo.
3) A medida que la piel envejece, el número de glándulas sebáceas y sudoríparas disminuye, con la consecuente disminución de la capacidad para producir sudor y lípidos. Esto conduce a la resequedad que, a su vez, contribuye al envejecimiento de la piel.
¿Cuánta agua necesita nuestra piel?
Para permanecer flexible e intacta, la piel necesita un contenido de agua de entre el 10 y el 15%. ¿Cómo lograrlo? Con el uso de productos tópicos y una rutina apta para este tipo de pieles.