Durante la pubertad, la producción de hormonas sexuales conlleva una hiperseborrea o secreción excesiva de sebo el cual permanece en la superficie de la piel. Esta se vuelve entonces grasa y brillante. Una piel grasa no es necesariamente sinónimo de acné, aunque sí favorece su aparición.
Además de los cambios hormonales relacionados con la adolescencia, otros factores como la genética o el medio ambiente favorecen la secreción de sebo. El calor y la humedad son, por ejemplo, agentes agravantes.
Muchas mujeres con cutis graso cometen el error de lavarse la cara en exceso pero esto provoca una sobreproducción de sebo y termina empeorando la situación. Es importante lavarnos la cara tan solo 2 veces al día: A la mañana para retirar residuos de crema nocturna, células y sudor y a la noche para limpiar restos de maquillaje y suciedad del día.