Tiene que tener alto poder hidratante, nutrir al máximo y absorberse rápido, para que te puedas vestir. E incluir en su formulación
ingredientes como glicerina, retinol o aceites esenciales, porque aumentan su acabado graso.
Además, no olvides que la piel corporal es mucho más gruesa que la del rostro al nivel de la dermis, y que tiene menos glándulas sebáceas y sudoríparas, por eso demanda una hidratación más potente (las fórmulas corporales suelen ser más densas, pero fluidas, para penetrar fácil en la profundidad de esa piel gruesa).
También resulta importante encontrar la que mejor se lleve con tus necesidades en cuanto a textura, perfume, tipo de piel, protección contra rayos UV, etc.
Otra cuestión fundamental es distinguir que no toda la piel del cuerpo es igual y, como consecuencia, respetar las necesidades de cada zona y tratarla con el producto adecuado.