A partir de los 30 años nuestro cuerpo reduce la producción de colágeno y elastina, las proteínas estructurales de la piel, lo cual causa la pérdida de firmeza y elasticidad de la dermis del rostro.
Además del envejecimiento, la carga genética también tiene un papel importante en la aparición de la flacidez en el rostro, así como otros factores externos como pueden ser el estilo de vida, la falta de sueño, una alimentación inadecuada, un exceso de exposición al sol o, como se ha demostrado recientemente, la contaminación ambiental, que también influye mucho en la forma en que envejecemos.